La realidad demuestra que la demagogia, la hipocresía y la ignorancia no son patrimonio de ningún grupo concreto.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Libro del cuervo (video promo)


Video promocional de esta novela que narra
los días de un hombre, degradado en su función laboral junto con otros compañeros, obligado a recorrer una misma ruta... hasta que un crimen absurdo acaba con las apariencias.

Libro del cuervo (Ediciones Aguere-Idea)
Jesús R. Castellano

domingo, 25 de diciembre de 2011

Florero de no cristal


(...)
Stirkoff, tengo entendido que ha estado usted escribiendo artículos sobre justicia, igualdad; también sobre el derecho al gozo y a la supervivencia. ¿Stirkoff?
¿sí, señor?
¿cree usted que habrá algún día una justicia total y razonable en el mundo?
en realidad no, señor.
¿por qué escribe entonces esa mierda? ¿es que no se siente bien?
he estado sintiéndome raro últimamente, señor, casi como si estuviese volviéndome loco.
¿bebe usted mucho, Stirkoff?
por supuesto, señor.
¿y se la menea?
constantemente, señor.
¿cómo?
no entiendo, señor.
quiero decir, ¿cómo se lo monta?
cuatro o cinco huevos crudos y una libra de carne picada en un florero de cuello estrecho, oyendo a Vaughn Williams o a Darius Milhaud.
¿de cristal?
¿cómo dice, señor?
me refiero al florero, ¿es de cristal?
claro que no, señor.
¿ha estado usted casado alguna vez?
varias veces, señor.
¿qué fue mal?
todo, señor.
¿cuál fue la mejor tía que se tiró?
cuatro o cinco huevos crudos y una libra de carne picada en un...
está bien, está bien.
(...)

Escritos de un viejo indecente
Charles Bukowski

viernes, 16 de diciembre de 2011

Todo acaba

El oncólogo José Luis Guinot perdió a su madre a los 19 años y su brusca relación con la muerte no ha cesado. Ahora es jefe de Oncología Radioterápica en el Instituto Valenciano de Oncología. Los dramas por el cáncer pasan por sus manos a diario. Guinot acaba de publicar 'Al final de este viaje' (Alianza), un libro sobre el final de la vida.

-¿Cómo hemos de prepararnos para la muerte?

-Viviendo con plena intensidad y siendo conscientes de que en algún momento acabará la vida. Por tanto, hemos de cambiar la pregunta: ¿cuál es la mejor forma de vivir? Toda la segunda parte del libro habla de ello: en qué basamos la vida. Si la apoyamos en nuestro bienestar físico, antes o después fallará. Si la apoyamos en una única persona, cuando esta desaparezca se nos caerá el mundo encima. Si la apoyamos en el trabajo, llegará la jubilación. Por eso, la mejor forma de vivir y llegar al final sin lamentarnos de haber querido vivir de otra forma es precisamente no estar apoyado o ligado a muchas cosas. Vivir, como decía Antonio Machado, 'ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar'. No estar ligado a muchas cosas para no depender de ellas. Disfrutar de ellas, pero sin estar ligados.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Preferiría no hacerlo


(...) Mis primeras emociones habían sido de melancolía pura y de piedad sincerísima; pero, a medida que la soledad de Bartleby fue creciendo en mi imaginación, esa misma melancolía se fundió en temor, y la piedad en repulsión. Es cierto, y a la vez terrible, que, hasta cierto punto, el pensamiento o la contemplación de la miseria despierta en nosotros los mejores sentimientos; pero, en ciertos casos especiales, una vez rebasado ese punto, ya no es así. Se equivocan los que afirman que, invariablemente, esto se debe al egoísmo inherente al corazón del hombre. Más bien procede de una cierta ausencia de esperanza para remediar un mal orgánico y excesivo. (...)

(...) Dejando de lado otras consideraciones más elevadas, la caridad muchas veces actúa como principio sabio y prudente, como una verdadera salvaguarda de quien la practica. Los hombres han cometido asesinatos por celos, por ira, por odio, por egoísmo y por orgullo espiritual; pero jamás he oído hablar de un hombre que haya cometido un asesinato por caridad. Si no puede alegarse otro motivo mejor, el simple egoísmo debería inducir, sobre todo a los hombres exaltados, a la caridad y la filantropía. (...)

Bartleby, el escribiente
Herman Melville

lunes, 5 de diciembre de 2011

jueves, 1 de diciembre de 2011

Oferta y demanda


En la calle
marea de carne desconocida.
Deambula, atropellando, sedienta
de distracciones; mala educación.
Mis ojos obligados a
mirar lo ridículo:
barra libre.

Dolor de espalda,
pesadez de piernas.
Las ideas son ruido,
sólo ruido, inexacto
y veo las sombras pasar
como quien diseña la inercia.

Corazón, voluntad, espíritu inmotivado,
huye de la humanidad
doblando esa esquina
que a nadie
le importa.